martes, 11 de mayo de 2010

Negociadores y Mensajeros

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - Sergio Onofre Jarpa era en 1983 ministro del Interior del gobierno militar de Augusto Pinochet. Con esa responsabilidad fue designado para iniciar negociaciones con las fuerzas democráticas chilenas. Al comenzar las pláticas, la oposición, representada por Gabriel Valdés, denostó al gobierno instituido. Ni corto ni perezoso, Jarpa denunció la negociación. No reconocer al gobierno que representaba, negaba su mandato. Las negociaciones fueron pospuestas durante varios años.

Un sábado de abril del 2010, el Coronel de la policía política, Ernesto Samper, llegó con un documento redactado por otros, a casa de Laura Pollán, en la calle Neptuno, sede de las Damas de Blanco (madres, esposas e hijas de los presos políticos). El texto pretendía limitar las acciones pacíficas de las Damas, en su reclamo de libertad para nuestros presos. Laura lo rechazó claramente y Samper dio la orden de aumentar la presión sobre las indefensas mujeres en las próximas marchas, a la salida de la iglesia de Santa Rita, en Miramar.

Por esos días, el Cardenal Jaime Ortega, Arzobispo de La Habana, concedió una entrevista a la publicación, Palabra Nueva. A diferencia de lo previsto por los publicistas de la iglesia católica, su impacto en el público fue negativo y provocó ácidos artículos y comentarios sobre el papel de la iglesia católica en la dura realidad del castrato.

Solidas como columnas de mármol las Damas sostuvieron un tenso pulso durante tres domingos seguidos contra Samper. Las turbas del Coronel sin batallas, con gritos, empujones y obscenidades, se estrellaban contra la pureza y la dignidad vestidas de blanco en un aislado parque de Miramar, ante la mirada de los periodistas extranjeros y diplomáticos de países democráticos, que reportaron los hechos al mundo.

La fractura dentro del equipo oficial se hizo notoria. Otra embestida contra los claveles aumentaría la presión internacional. La muerte de preso político Zapata Tamayo en el mes de febrero cambio el fiel de la balanza de la opinión pública internacional, y los indecisos condenaron el crimen.

Los reformistas sugirieron un mensajero. Los viejos dirigentes pedían más represión. Los demócratas dentro de la isla respaldaban con más fuerza y unidad a las Damas. Aumentó el apoyo a la propuesta para nominaras al Premio Nobel de la Paz del año 2011.

Un mensajero en esas circunstancias debe gozar de la confianza de las partes en pugna. Era el momento del Cardenal. El sábado 1 de mayo, por la tarde, una comitiva de las Damas fue recibida en el arzobispado. Allí se les comunicó que cesarían temporalmente los mítines de las turbas.

aleagapesant@yahoo.es

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