lunes, 10 de mayo de 2010

La Ineficaz Producción Ideológica

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - La principal preocupación económica de la dirigencia nacional es la producción de propaganda ideológica. Quizás pocos caigan en cuenta, porque hace cincuenta años vivimos de consignas, lemas, marchas, desfiles y concentraciones, lo que es algo habitual.

Si se contabilizaran las horas de trabajo ocupadas en inventar, reproducir, planificar y difundir el relato ideológico del régimen, se llega a la conclusión de cuánto se ha malgastado el tiempo en lugar de construir un país para vivir cómodamente.

Al gobierno cincuentenario no le interesa que la tierra cultivable se haya abandonado al marabú, ni que la educación haya decaído hasta el punto que los maestros se marchen hacia sectores donde el salario sea mayor; ni siquiera que la infraestructura económica se desbarate a pasos de gigante, o que jamás se dé pie con bola a la hora de organizar la producción agrícola o la de los bienes materiales necesarios, ni que año tras año las promesas se disuelvan en la desidia.

Es la producción de ideología lo que preocupa a la dirigencia. Resulta que la ideología no es un producto que pueda garantizar el desarrollo económico. Para lo que sirve la producción ideológica es para enmascarar el desastre económico.

Mientras, la burocracia alimenta parásitos creadores de consignas, lemas, declaraciones prefabricadas, datos inexactos, plantillas infladas en centros de trabajo para aumentar el subempleo, controles inútiles para atemorizar a los trabajadores, para que no roben lo que puedan porque el salario no les alcanza para subsistir.

El aparato ideológico se afana en descubrir la paja en el ojo ajeno en lugar de emprender los cambios necesarios para eliminar la desidia, la falta de interés, la intolerancia, la escasez de creatividad, la normatividad castrante del pensamiento único, el absurdo que la centralización excesiva impone a la vida del país.

Coreógrafos de desfiles de apoyo a la ideología oficial los días primeros de mayo, no sirven para salvar la economía, cuando el desastre se sienta a la mesa de cada familia y la corrupción sale a la luz.

Es imposible vivir y progresar en un país en el que la militancia partidista gana la carrera al talento, porque vale más ser miembro del Partido Comunista que esforzarse por ser un eficiente profesional en cualquier rama. Y para colmo se desoyen las razones más atinadas si no están autorizadas y discutidas por un núcleo de militantes combativos, pero casi siempre faltos de preparación, o simplemente de chispa para encontrar la solución más adecuada, aunque no sea la que mejor se adapte al criterio del Partido Comunista.

De nada valen ni valdrán los miles de palabras gastadas y sin significado real. Ni una ciudad repleta de consignas, lemas y promesas en otro primero de mayo. Las palabras no tienen un referente válido, porque no poseen respaldo contextual. Por lo menos, así dicen los clásicos del marxismo. Lo demás es metafísica, palabras sin sentido, falacias de la producción ideológica.

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