lunes, 24 de mayo de 2010

Destacan papel mediador de la Iglesia en Cuba

El Cardenal Jaime Ortega y Alamino, arzobispo de La Habana,  durante una rueda de prensa ofrecida el jueves 20 de mayo, en la que  afirmó que la situación de los presos políticos "se está tratando  seriamente" en las conversaciones entre la Iglesia Católica de la  isla y el Gobierno de Raúl Castro.
El Cardenal Jaime Ortega y Alamino, arzobispo de La Habana, durante una rueda de prensa ofrecida el jueves 20 de mayo, en la que afirmó que la situación de los presos políticos "se está tratando seriamente" en las conversaciones entre la Iglesia Católica de la isla y el Gobierno de Raúl Castro.
EFE/Alejandro Ernesto

jtamayo@elnuevoherald.com

Las conversaciones del gobernante Raúl Castro con la alta jerarquía católica sobre los presos políticos han despertado esperanzas, escepticismo y afirmaciones de que el gobierno asume un riesgo al reconocer a la Iglesia como mediadora en los problemas nacionales.

Las reuniones con el cardenal Jaime Ortega constituyen la primera vez que el gobierno comunista ha negociado con una organización nacional e independiente en un país en que las autoridades tratan de controlar virtualmente todas las actividades.

También representan el cambio político más importante de Castro desde que sustituyó hace dos años a su hermano Fidel, al darle un peso adicional a una Iglesia muy restringida durante las últimas cinco décadas.

Aunque la Iglesia cubana ha criticado desde hace mucho tiempo los múltiples problemas del país, en realidad lo nuevo es la disposición del gobierno a reconocerla públicamente como "interlocutor para procurar la solución de cuestiones medulares'', escribió el lunes en una columna el disidente habanero Oscar Espinosa Chepe.

Fidel Castro liberó a 3,600 presos políticos después de las negociaciones de 1978 con los exiliados, y a unos 300 disidentes y delincuentes comunes después de la visita a Cuba en 1998 del Papa Juan Pablo II. También liberó a varios durante visitas de personalidades como el reverendo Jesse Jackson y el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson.

Ahora las reuniones de Raúl Castro con Ortega han despertado esperanzas respecto a una mejoría en el historial de derechos humanos de Cuba. También ha suscitado reclamos de que Ortega está manipulado por las autoridades para darle un impulso propagandístico a lo que serían cambios ligeros en el tema de los presos políticos.

Castro ha prometido trasladar a hospitales a algunos presos políticos enfermos, mudar a otros disidentes encarcelados a instituciones penales más cercanas a sus familias y eventualmente liberar a unos 190 prisioneros de conciencia en Cuba.

Sin embargo, algunos analistas advierten que Castro está asumiendo el riesgo de que sus conversaciones con Ortega puedan envalentonar a los disidentes, al cubano de a pie e incluso a funcionarios gubernamentales que critican su lentitud para adoptar reformas económicas desesperadamente necesarias.

"Tácitamente, lo que el gobierno está reconociendo en ese gesto es que definitivamente va a asumir los riesgos de una manera de pensar diferente'', comentó Julio Hernández, un partidario en Miami del disidente Movimiento Cristiano de Liberación, encabezado por Oswaldo Payá.

"Eso significa que la Iglesia ha ganado un gran terreno de confianza en las conversaciones'', agregó Hernández. "La oposición y la disidencia deben ser consecuentes y transitar en una vía en la cual haya planteamientos pacíficos''.

Desde La Habana, un escritor que pidió no ser identificado para evitar posibles represalias, dijo: "Cuando las autoridades aquí reconocen cualquier tipo de fuente independiente de poder, están admitiendo una debilidad''.

Phil Peters, analista de asuntos cubanos en Lexington Institute, en Washington, D.C., destacó que en el pasado La Habana ha pasado por encima de los jerarcas católicos cubanos y ha negociado directamente con El Vaticano asuntos como la autorización para crear seminarios.

Las conversaciones entre Castro y Ortega, agregó, "marcan la aceptación por el gobierno de la Iglesia como parte de la sociedad civil [. . .] No veo particularmente ningún riesgo [para Castro] en ello, pero está abriendo un nuevo espacio para discusiones políticas en tópicos que no estaban abiertos antes''.

Brian Latell, analista retirado de la Agencia Central de Inteligencia, y experto en asuntos cubanos, destacó que las conversaciones ocurren en un momento en que Castro enfrenta una apabullante crisis económica, así como una ola de condenas internacionales a su historial de derechos humanos. Esto incluye la muerte en febrero del disidente Orlando Zapata tras una larga huelga de hambre y la reciente represión contra las Damas de Blanco.

"Esto representa un reflejo de la presión que ellos [el gobierno] sienten por los derechos humanos y toda una gama de problemas nacionales'', comentó Latell. "Ellos esperan que el cardenal pueda ayudar a aliviar algunas de esas presiones''.

Pero agregó que nada de esto es un riesgo para Castro porque es poco probable que Ortega presione demasiado duro durante las conversaciones.

"Cuba no es Polonia. [La Iglesia] no es una organización profundamente institucionalizada y mi impresión es que el cardenal no es un individuo muy decidido'', dijo Latell. "No lo veo apretándole duro las tuercas a Raúl''.

Espinosa Chepe, uno de los 75 disidentes encarcelados en la ola represiva del 2003 conocida como la Primavera Negra, pero liberado por razones de salud, estimó que la disposición de Castro a aliviar las condiciones de los prisioneros políticos podría ayudar a mejorar las relaciones con Washington y la Unión Europea.

"Se sabe que el presidente [Barack] Obama propicia el mejoramiento de las relaciones con Cuba [. . .]. Sin embargo, se ha visto imposibilitado de avanzar por falta de reciprocidad'', escribió Espinosa Chepe.

Si se liberan algunos presos políticos "se facilitaría a la administración procurar pasos adicionales'', añadió.

En Washington, un portavoz del Departamento de Estado dijo: "Hemos visto el pronóstico optimista [para los presos políticos] y queremos ver qué pasos concretos dará el gobierno cubano. Hemos exhortado anteriormente al gobierno cubano a liberar sus prisioneros de conciencia''.

El Centro para la Democracia en las Américas, también con con sede en Washington, que favorece un alivio a las sanciones estadounidenses contra Cuba, emitió un comunicado en el que expresó que las conversaciones entre Castro y Ortega eran "una verdadera lección para los políticos estadounidenses. Hablar con los cubanos, no usar las sanciones [. . .] es la forma más efectiva de avanzar''.

En Miami, Oscar Peña, director de la Comisión Cubana Pro Derechos Humanos, se quejó en un blog de que Castro "ha pasado por encima de la cabeza de la disidencia para negociar con Ortega''.

"Pero como el asunto clave es la liberación de todos los presos políticos, no dejamos de estar agradecidos'', añadió Peña, incluso cuando esto no "resuelva la triste realidad de miseria y falta de libertad que sufren los cubanos desde hace más de medio siglo''.

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