jueves, 18 de marzo de 2010

Carta Abierta a Yamilé González, Empleada de un Círculo Infantil



Por Raúl Dopico


Desconocida Yamilé, empleada de un círculo infantil:


He leído estas declaraciones tuyas a la AFP, refiriéndote a Las Damas de Blanco: "Las repudiamos porque ellas están contra la revolución y esta revolución la vamos a defender hasta el final. Las calles de Cuba son de los revolucionarios, no se lo vamos a permitir. Las estamos dejando marchar, pero tenemos todo el derecho a repudiarlas".


Es lamentable, Yamilé, que la información de AFP no viniera acompañada de una foto tuya que nos enseñara tu rostro, para poder mirarte los ojos, verte la expresión, por aquello de que los ojos son el espejo del alma. La ausencia de foto también me impide saber cuál es el color de tu piel, que hoy parece ser muy importante para el régimen castrista –preocupado por la muerte de un negro albañil excomunista llamado Orlando Zapata Tamayo, que murió en huelga de hambre reclamando su condición de preso político, y por la continuidad de ese desafío en la figura de un mulato excomunista llamado Guillermo Fariñas, que parece empeñado en llevar sus actos hasta las últimas consecuencias (yo, crédulo como soy, cuando de enfrentar al totalitarismo cubano se trata, y a diferencia de algunos de los que desde la red divulgamos los desmanes del régimen, le doy toda mi solidaridad y confianza, así como le pido que no muera por gente como tú, Yamilé, militante cabezuda, o tantas otras Y, militantes inmóviles, porque la vida es inapreciable)-, y para algunos intelectuales negros del exilio, más preocupados por el color de la piel de los disidentes que por los disidentes, empeñados como están casi siempre en cierto afán de reducir el caso cubano a los estrechos márgenes de la discriminación racial y el clasismo en la Cuba de Castro (casi los puedo imaginar contando a los negros y a los blancos en las filas de la disidencia, en un acto tan discriminatorio como cualquier otro tipo de discriminación, que me recuerda de niño a una bella vecina mulata apodada Caruca, que cada vez que oía un grito de Ataja salía al balcón y , sin pudor, preguntaba si el ladrón era negro o blanco), que es, sin duda, la etapa donde mayor racismo ha vivido el pueblo cubano; etapa donde se exacerbó el racismo a la inversa: la del negro contra el blanco, y de la que estos intelectuales nunca hablan, porque siempre dan la impresión de seguir marcados por la propaganda del castrismo en el tema y empantanados en los únicos referentes históricos con los que apoyan sus tesis- tan lejanos e inútiles en las actuales circunstancias-: la guerrita de agosto de 1905 y la “guerrita de los negros” en 1912, que aunque no deben ser minimizados, en tanto hechos reales y brutalmente crueles e injustos, no validan el verdadero significado del racismo en la Cuba castrista, ni las causas reales que lo impulsaron, lo justificaron como lucha de clases (se identificó al blanco no como raza sino como clase) y lo disfrazaron de ideología, sólo para solaparlo y profundizarlo. Y mucho menos las causas por las que hoy tantos líderes disidentes son negros: ausencia total de libertades, discriminación racial, soledad social, desamparo económico y, sobre todo, desencanto ideológico y político con el sistema que les hizo creer que los liberaba, cuando en realidad los esclavizaba. Ningún examen del racismo en Cuba puede partir de una crítica a la sociedad republicana. Más de 51 años de castrismo borraron todos los referentes políticos, sociopolíticos y económicos, y es imposible valorar cómo hubiera evolucionado la sociedad cubana en el último medio siglo de libertad y democracia, sobre todo teniendo en cuenta que la Cuba posterior a la década de los años 20 y más marcadamente en la Cuba de la Segunda república, el racismo (considerando que en toda sociedad siempre va a haber algún tipo de racismo, y que por ende debe estar legislada su condena, y considerando y dejando en claro, de una vez, para evitar malos entendidos, que en la Cuba pre-Castro sí había racismo) jamás tuvo la dimensión sociópata que en Estados Unidos. O sea, que no trastornó la personalidad de la sociedad, ni fue una conducta siquiátrica de persistente y extendida manipulación, explotación y violación de los derechos de los demás-aunque desde el discurso castrista asimilado por algunos castristas devenidos anticastristas nos lo quieran hacer creer-, que llevara a comportamientos criminales, como sí sucedió a raíz de la llegada de los Castro al poder, y se ha agudizado hasta hoy.


Pero bueno, creo que te estoy hablando de cosas que no te importan mucho, Yamilé. O sí te importan-al menos deberían importarte-, pero no las entiendes, tan preocupada como estás en defender algo que al parecer tampoco entiendes, ese ente abstracto que sólo existe en el Verbo: revolución. Revolución que ha derivado en esa extraordinaria ingeniosidad del choteo: robolución.


Cuando dices, Yamilé “las repudiamos porque ellas están contra la revolución y esta revolución la vamos a defender hasta el final”, es evidente que tu escaso intelecto, que sólo sirve para que te manipulen y te sumes a la turba torva, no te alcanza para comprender que eso que llamas revolución murió en la propia génesis, por lo tanto no hay nada que defender. Eso que llamas revolución es una dictadura corrupta, despótica y sanguinaria, y cuando, en comportamiento vandálico y delincuencial, coartas el derecho de Las Damas de Blanco a caminar por las calles en cívico acto de protesta contra la injusta prisión que sufren sus esposos y familiares, condenados sin garantías procesales a condenas que serían ilegales en cualquier lugar del mundo donde impere la ley, donde haya separación de poderes, sólo estás demostrando que perteneces a la misma calaña inhumana que los dictadores que te han convertido en esa bestia amoral, insensible e ignorante que exhiben tus torpes argumentos.


Escucha esto Yamilé, las calles de Cuba no son de los revolucionarios, porque ni hay revolucionarios, ni hay calles. Esos que llamas revolucionarios se han encargado de destruirlas con la incompetencia, la inoperancia, el robo, el desfalco, la miseria, la improductividad y la destrucción económica total. Mientras tú hambreas, tus “robolucionarios” viven como millonarios. Deberías estudiar un poco más allá de la verborrea discursiva que te empotran en el oído desde las tribunas. Ya Martí lo dejó claro: ¨La patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellaní­a de nadie¨.


A esas mujeres dignas nadie las está dejando marchar, ellas les están arrebatando ese derecho de las garras –permíteme la paráfrasis-a los asnos fascistas que controlan el poder y tu dignidad. A los nazistas anticubanos, antinegros y antidemocráticos que son responsables de toda la desgracia de nuestra nación en las últimas cinco décadas. Es más, también están arrebatando ese derecho para los que no tienen dignidad. Y déjame explicarte algo, en igualdad de derecho, tendrías, valga la redundancia, el derecho de oponerte pacíficamente, pero en un estado ausente de derecho, al repudiarlas, te conviertes en cómplice del represor, del torturador, del golpeador, del cínico, del asesino, y eso, Yamilé, te hace legalmente culpable en un estado de derecho como el que Cuba tendrá en un futuro no tan lejano.


Escucha a Giacomo Leopardi, Yamilé: "No temas ni a la prision, ni a la pobreza, ni a la muerte. Teme al miedo”.

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