sábado, 26 de diciembre de 2009

Rafael Caldera, Fulgencio Batista y el determinismo histórico


Muerto y enterrado está el expresidente venezolano Rafael Caldera, que increíblemente fue el hombre que se encargó de abrirle el camino a Hugo Chávez, para que asesinara la libertad y la democracia en Venezuela.

Caldera pasará a la historia de su país como el presidente más irresponsable del siglo XX, después de, en 1994, otorgarle un indulto inmerecido al gorila que, dos años antes, había encabezado un intento de golpe de estado y derramado sangre inocente. Caldera puso en la calle a un asesino, y hoy Venezuela lo tiene en la presidencia, haciendo lo que mejor sabe hacer: matar, encarcelar, amenazar, coaccionar y robar como pandillero, demostrando la calaña a la que pertenecen los de su estirpe.

Con la muerte de Caldera no “desapareció uno de los héroes civiles de nuestra democracia”, como dijo el dirigente de Copei Eduardo Fernández. No, con Caldera murió el villano de la democracia. Por demás, Caldera, como todos los presidentes venezolanos de las últimas décadas, antes de que llegara el oligofrénico paracaidista, es responsable de las enormes desigualdades sociales del país. Las mismas desigualdades que le abrieron las puertas al populismo, al revanchismo, la anarquía y los aventurismos ideológicos.

Caldera, como Fulgencio Batista en Cuba, tendrá que llevar, en el libro de la historia, la marca de ser quienes abrieron las puertas de par en par para que entraran los tiranos y sus tiranías. Si Batista no hubiera sido tan negligente, y hubiera dejado que Fidel Castro cumpliera sus 15 años de cárcel, ni Cuba hubiera caído en las garras del comunismo, ni Venezuela tuviera hoy a un criminal inspirado por Castro gobernando.

Pero como todos sabemos los hechos están ahí. Ocurrieron. Determinaron la historia de Cuba y Venezuela. Ojalá que haya servido para que ambos pueblos paguen, de una vez por todas, su karma con la calamidad y la desgracia, y cuando al fin se deshagan de sus tiranos, construyan naciones sanas y poderosas. Para entonces, Chávez, los Castro, Caldera y Batista estarán en las páginas más oscuras de la historia. Porque después de todo, y a pesar de la voluntad de estos dictadores y sus cómplices involuntarios, las sociedades fuertes y progresistas son el resultado de la adición de actos libres de las personas que la constituyen. Aunque no sé, quizás el azar, el destino, la suerte, marcan las condicionantes vitales de cada persona, de cada país, de cada pueblo. Quizás todo fue así, porque así tenía que ser , y no se podía evitar. Nada, cosas del determinismo histórico.

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